martes, 13 de julio de 2010

COLUMPIO



El tiempo líquido se esponja
entre la obsolescencia de la hiedra,
y el sol de agosto
es un bosque en llamas.

Desde nuestro castillo de arena
observamos peces plateados que intentan
volar hasta la luna.
Sentimos vergüenza del devenir (no fabricado)
y el corazón se desgarra, se rompe
a cada latido.

Como el columpio en el porche

3 comentarios:

  1. wau...me encanta, no se qué más decir... ¡¿dónde está mi querida imagen?¡ Necesito verlo... Sólo he podido acertar una interrogación en medio :(

    viento en popa con la vela cangrejera!!!!

    muchos bsos

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  2. es que hay que hay que hablar de todo, también de columpios desvencijados, de hiedra que notamos, va creciendo en su obsolescencia, y de soles, de enero o de agosto, darle las palabras a ese corazón para que exprese entonces. Los castillos no son de arena, son de barro, quizás porque al mar le gustan los peces. El devenir puro, como tal, no existe. Hay intentos, más o menos elegantes e inciertos. Las estrellas necesitan de la luna para crear el firmamento, y ¿qué sería de la luna sin estrellas?
    La productividad es equiparable a la vergüenza y ese columpio, sin duda, sigue en el porche. Quizás no sea el mismo, o quizás prefiramos otro. Quizás, la diversión al fin y al cabo, no lo es todo.

    Con algo más que cariño,
    sigue escribiendo a la luz de una vela con o sin motivo

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  3. comentarios como este, mi querida Aire, animan a cualquiera a escribir, a columpiarse, a construir castillos de barro...

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