martes, 14 de abril de 2015

EN UN PRINCIPIO...



(www.dunev.com)



“En un principio era el Verbo…” nos dijeron. Y nos lo creímos. Y que dijo el Verbo: “hágase esto y lo otro”, y se fueron haciendo esto y lo otro. Así fue.

El Verbo era poderoso, imaginativo incluso, por más que algunas veces se distrajera un poco, pero se cansó de “decir” todo el rato. Entonces nos cedió la Palabra, y la hicimos nuestra, primero con timidez y temor pues era algo poderoso que no sabíamos muy bien cómo utilizar; luego, ya confiados, la acogimos hospitalarios, pues “muchas cosas se inventan los aedos”. Las usamos. Creábamos frases nuevas y moldeábamos mundos a nuestro antojo, crecíamos poco a poco, entre todos, juntando una palabra con otra y otra. La palabra se hizo Logos, que era Eros. Así fue.

Pero algo pasó en algún momento. Algunas palabras se quebraron, se fueron debilitando, borrándose poco a poco hasta ser casi irreconocibles. Enmudecieron los aedos, y otros ocuparon su lugar: se llamaron a sí mismos “los Portadores de la Palabra”. Y el miedo se adueñó de nuestras gargantas pues eran otros los que hablaron por nosotros, pues nadie se atrevía a contradecir a los Portadores de la Palabra. Sucedió entonces un tiempo oscuro y seco, y el olor frío y acre de la muerte fue envolviendo las palabras. La palabra se hizo Espada, que era Cruz.

Tuvo que pasar un Tiempo hasta que la Palabra se atrevió a cruzar el límite impuesto por los Portadores de la Palabra. Quería salir a la plaza, ser Verbo otra vez. Cambiaron los aedos antiguos su cayado peregrino por las Luces y se batieron en barricada militante. La Palabra abandonó la melancolía y se cubrió de alegría. Quería ser Verbo, otra vez.

Ahora la Palabra habita entre nosotros de nuevo. En el silencio místico de lo que no tiene nombre ni significado, en lo que no podemos decir. Así es.

viernes, 27 de marzo de 2015

METROPOLITANO

















Vino a posarse delicadamente sobre su boca. Sólo un tímido pestañeo, escondido tras las gafas, delató su vuelo. Sin decir nada, lo escondió. Más tarde jugaría con él, lo desenvolvería con cuidado para que no echase a volar. Era suyo, lo guardaría celosamente para sí.

Y lo abrazaría, aunque nunca llegase a saber el nombre de aquel viajero con gafas que se había sentado frente a ella dos estaciones antes de la suya.

viernes, 27 de septiembre de 2013





En el jardín extranjero
florecen ficciones caídas de no se sabe dónde.
Sombras azules cobijan
el deambular de tus días mecánicos
sin sobresaltos que hagan temblar
estas palabras que te cosen
trajes a medida.

En el jardín extranjero
no hay -ya- hongos mágicos
ni musgo que aterciopele tu sueño.

(y) Ahora, si quieres
ya puedes descansar ahí
en el patio trasero plagado de naranjos
de paredes encaladas hasta el cielo
para que te devuelvan la luz nívea
y ancestral del parpadeo cósmico
de tus días
                 hermosos...

Si tú quieres...

(en El Molino, el 27 de julio,
a las tantas y pico de la noche)


jueves, 21 de marzo de 2013

HOY






Hoy pensamos la vida entre amigos

que nos explican la dureza sin tregua de lo imposible.

Hoy imaginamos mundos posibles, amigos posibles
amores posibles que nos expliquen
quiénes somos.

Y el silencio de las cocinas.

Hoy
espejos cóncavos, infinitos espejismos,
bucles retroalimenticios más allá del horizonte
que afianzan nuestras razones
para habitar sólo el cuarto de estar.

Y el silencio tornasolado de las cocinas.

Hoy
la salmodia mecánica del acordeón dice:
“¿para qué sirven los niños?”

Y nos recita el relato que nos configura, diciendo:

“yo
        soy
                 yo”

Y el silencio, siempre el silencio de las cocinas.

jueves, 18 de octubre de 2012

DEBO CONFESARLO...





La soledad silenciosa de la luz, fuera de la cual no hay nada,

yo la veo.

La luz que define tu rostro, que determina el límite de lo posible,

marcando el vacío más allá del páramo de la memoria,

tantas veces muerta

y tantas veces resucitada.

Y sin embargo, a veces, vivo entre sombras

en una tierra de espinas, hirsuta

enmarañada de gritos feroces que se empeñan en licuar la densidad lumínica,

envuelto en una intimidad loca.

Otras

permanezco estable, errando de un lugar a otro.

Debo confesarlo:

la soledad silenciosa de la luz, yo la veo,

la veo y me conmuevo con un placer inmenso.

martes, 31 de julio de 2012

CANTIGAS DE SAN BLAS



Do viene aquesta trova
ha tiempo que non face escarcha
ni muda por San Blas la su faz,
pues que la cigüeña non marcha
ni tampoco la torcaz.

Do viene aquesta trova
más se canta la tu faz
más se piensa la tu voz,
que si non dierades al espíritu solaz
tornárase el cielo mesmo en una coz.

Mas aquesto las alondras discen
et también lo disce el gavilán
pues que non est otra la verdad:
"do tus oxos fixan la su luz
clava la tu boca la libertad"

sábado, 14 de julio de 2012

CANTIGAS DE MALASAÑA




CANTO XXXVII

Camino de Malasaña encontréme una serrana
parlanchina et loçana
que diome palique, et díxome:

"-do vas tan apriesa, caballero fermoso,
para et descansa et merienda
et a mi lado reposa
et verás que con la mi maña
como te fago gran cosa"

Et aquesto a mi menda
no parecíole chanza, et sí fermoso
et mi alma cuasi quedó priesa, mais díxela:

"-nunca encontréme serrana de Malasaña
tan fresca et loçana,
mais non puedo a tu lado recalar
ni en tu costado reposar,
pues que me aguarda muxer tan fermosa
que non la hay en el lugar,
pues que non est pastora ni tabernera
mais ten la su faz fresca et loçana
et que nasció dentre albahaca
et dulces trovas disce la su boca"

Et que lo dixe, sin alharaca,
tornóse dulce como fontana
et con oxos et boca jugadora
díxome con requiebro daqueste lugar:

"-pues que non est pastora ni tabernera, muxer tan fermosa...
¿do mora et que face que non queredes conmigo reposar?"

Et por zanjar tan dulce preguntar
contestéle sin mofa ni engaña:

"-que non est pastora de Malasaña
mais ten donaire en el danzar
et jugadora et bermella est la su boca
et su seso tontería ten poca.
¡ea! serrana loçana
¡non queredes mais preguntar!
que hogaño non quero contigo reposar
et menos desposar"

Et que lo dixe, con gran tronar
rompióse la serrana a llorar,
et por si aliviaba tan gran pesar
díxele por congratular:

"-¡ea, serrana loçana!
pues que somos en Malasaña
traseguemos alguna caña..."

Et la serrana pensóse:

"-¡tate, conmigo quiere reposar!
¡albricias, conmigo desposará!"