domingo, 17 de junio de 2012

MOMENTOS ESTELARES




Decididamente está siendo un verano de lo más atroz. Siempre me ha gustado más el invierno, el frío que hace que uno se recoja, que se ponga a hacer algo... leer un poquito, cocinar unas buenas fabes... mmmmhhhh!!! ¡que ricas, con su chorizito...!!! claro, que cualquiera se pone ahora con las cacerolas o abre un libro... puff! ¡que horror!... con este calor que aplasta no puede uno ni respirar ¡pero si ni siquiera las moscas pueden volar, joder!...
Las tres y sereno... y mañana curro y yo, aqui, pensando en fabes con chorizo... ¡que veranito, dios!... sin duda lo recordaré como uno de mis momentos estelares, lo titularía "El glorioso verano de D.Gualterio" o algo así, no sé, aunque bien mirado tiene poco de glorioso, a no ser que se considere glorioso el exceso de cerveza y el abuso de la masturbación... ¡seguro! ¡no me gusta el verano, no!

Ahora que pienso, ¿desde cuándo demonios me ha gustado a mí el invierno? Pues no sabría decirlo... creo que ha sido un cambio lento, geológico ¡si, geolólogico!, me gusta esta palabrita: encierra el tiempo en una cápsula, asequible, digerible... porque lo cierto, si lo pienso bien, es que a mí antes me gustaba el verano, el calorcito, la piscina... el pollo con tomate de mi madre cuando íbamos a pasar el día en el río: puedo recordar perfectamente las peleas en la hierba con los otros chicos, con las espadas de madera... si cierro lo ojos, me invade el olor de la hierba calentada por el sol... los helados de menta, los polos de palo de pela... ¡el cine! el cine en la plaza del pueblito del veraneo... ¡ay! que paso de la geología a la melancolía y sudo más...

¿Y qué pasó, entonces? ¿dónde se me ha quedado ese gusto por el sol? ¿qué me ha hecho preferir las brumas del norte? No sé. He cambiado tantos veces de nombre, de casa, de... ¡cuanto cambio! lento, pero inexorable y constante. Y sin embargo, curioso, me considero estable, como si hubiera permanecido todo el tiempo en una sola habitación. ¿Qué puedo decir? Que no soy sabio ni ignorante. He conocido alegrías, pero eso es decir poco, demasiado poco: vivo y esta vida me produce el mayor placer. Y aunque ahora me esconda entre las brumas del norte y la cálida nieve, sigo viviendo en el mundo de los helados de menta y de las espadas de madera. Si. Veo la luz, esta luz fuera de la cual no hay nada ¿Quién puede quitarme eso, eh?

De verdad que este calor me está licuando el cerebro... dejemos la melancolía, porque al final es vacío y eso te decepciona, de verdad, que ya sé lo que es: un bosque de espinas, ni siquiera hay oscuridad o silencio. Bueno, de todas formas alguien escribió que vivir es atesorar recuerdos para poder disfrutar de ellos, o algo así, no recuedo muy bien...

... y ¿cuál es mi mejor recuerdo?  Sin duda el día en que regalaré un CD, por ejemplo de Björk, a la chica del pelo rojo un martes cualquiera. Mi mejor recuerdo será aquel en que por fin camine las playas naranjas en el Himalaya; y, así, cuando por fin desaparezca del universo como si nunca hubiese puesto un pie en él, borrado del tiempo, en ese instante, en ése, gozaré el recuerdo de haber llegado a Pekín...

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